La injusticia de la justicia

Siempre se ha representado a la justicia como a una dama con los ojos vendados que sostiene una balanza en una mano y una espada en la otra, pero, ¿qué significan estos símbolos?

Por una parte, la balanza instrumento de cálculo, sugiere la búsqueda de un resultado cierto y justo. La balanza cumple con una función alegórica de referirse al acto de juzgar, dividir y finalizar un conflicto.

La espada, otro de los símbolos de la Justicia, representa el poder de la razón y la justicia, que puede ser ejercido a favor o en contra de cualquiera de las partes.

La venda en los ojos significa que la Justicia no tiene mirada, El velo de la Justicia simboliza la limitación del juez a los hechos para poder dictar sentencia.

Todo esto está muy bien e incluso estos símbolos podrían parecer razonables si de verdad fuera cierto que se utilizan para repartir justicia, pero por desgracia, todos los días comprobamos que no es así, que la balanza no está lo equilibrada que debería estar, que la espada golpea al más débil y que realmente el velo sobre los ojos de esta esbelta dama no simboliza la equidad que debe tener un juez a la hora de repartir justicia, sino que se ha quedado ciega, porque ciega debe estar para no ver tanta injusticia, para dejarse manejar por el dinero de los poderosos y por la desidia o por la  falta de escrúpulos  que sus servidores demuestran en los juzgados.

Hablar de un juez inspira respeto, es el representante máximo de la justicia, el conocedor de las leyes y de él depende que las cosas sucedan de una forma o de otra.

A un juez se le presupone que debe juzgar y sentenciar según los hechos demostrados y dentro de la legislatura, debe tener en cuenta todo lo que ve y oye, todos podemos presentarnos ante un tribunal, bien para responder de nuestros actos y defendernos de lo que se nos acusa., o bien para pedir reparación de los daños que la parte contraria nos haya ocasionado y esperamos que la sentencia sea justa, pero todos los días tenemos noticias sobre sentencias tan disparatadas que nos es imposible poder entenderlas, y resulta que sí, que si preguntas a personas que conocen las leyes, te dicen que se ajustan a derecho, pero lo que no es normal es que se apliquen las leyes sin calibrar el daño social y emocional que se comete al sentenciar, me explico, ahora mismo hay una mujer condenada a 5 años de cárcel más 6 en los que no puede ejercer patria potestad, ¿el motivo? .. irse con sus hijos durante un mes para evitar que siguieran en las manos de un maltratador….La ley puede ser muy clara en cuanto a definir el delito como el castigo  que merece, pero esa ley aplicada en pleno siglo XXI, donde ha cambiado totalmente el concepto de familia, donde el maltrato de género, las agresiones hacia menores empiezan a ser el “pan nuestro de cada día”, donde las perversiones sexuales alcanzan cotas muy altas y donde la mujer ya no quiere ser la persona sumisa que baja los ojos y aguanta, esa ley no se puede aplicar de la misma forma. Con este tipo de sentencias, se castiga a la madre por proteger a los hijos y se castiga a los hijos al no poder estar con su madre, con lo que se castiga por partida doble a los hijos que suelen ser las principales víctimas de estas situaciones. Por supuesto, lo mismo debería ocurrir si la agresora fuera la mujer en vez de el hombre, pero lo cierto es que el número de agresiones a mujeres es mucho mayor que al contrario.

Un juez es una persona como nosotros, por supuesto, con conocimiento de las leyes y autorizado para su aplicación, pero una persona a fin de cuentas, con sus debilidades y con sus días mejores o peores, el problema es que en  su trabajo debe apartar todos los condicionantes que pueda tener para impartir justicia, no  dejarse influenciar por nada ni por nadie, actuar sobre los hechos de una manera imparcial y sobre todo, mantener el respeto hacia los demás porque esta es la única forma en que los demás podamos respetarle a él.

Pues bien, todo esto que debería ser la norma general en las actuaciones judiciales ha desaparecido, no en todos los casos, pero si los suficientes como para que se hagan notorias y alarmantes.

A los jueces no los escogemos nosotros, la plaza se saca por oposiciones al igual que hacen el resto de funcionarios del estado, hasta ahí todo correcto, se presupone una igualdad entre todos los aspirantes a una judicatura, ahora bien, ¿este duro examen nos asegura que la persona que lo aprueba va a actuar rigurosamente y con el sentido de la equidad que todo juez debería tener? Pues no, desgraciadamente no es así, y lo peor de todo es que tienen la autoridad suficiente para que, los que acudimos a ellos en busca de ayuda, salgamos emocionalmente apaleados al descubrir, muchas veces, que nuestra vida puede dar un giro de 360º solamente porque ese juez tenga unas ideas que no concuerdan con la denuncia de la víctima.

Y es que, no nos vale con que este señor o señora haya aprobado una oposición, está muy bien conocer las leyes, aunque lo más importante es saber aplicarlas, pero con sentido común que es lo que suele fallar a la hora de emitir una sentencia. No todo es blanco o negro, también existe el gris y hay tantos matices en las situaciones, que no se trata de aplicar la ley tal y como está establecida, sino de tener en cuenta muchos factores que pueden hacer balancearse esa balanza que Dª Justicia tiene en una de sus manos, para eso existen los juicios, para valorar todos los puntos que contengan los casos que llegan a un juzgado. Un juez no puede ser solamente teórico, debe disponer de una objetividad y una imparcialidad que hoy por hoy no se ve en la mayoría de los juzgados e insisto en que no se puede catalogar a todos los jueces por igual, pero lo cierto es que cada vez nos encontramos más casos en los que el juez ha dejado de proteger a la víctima real, no solamente eso, sino que ha convertido a la víctima en acusado. Esto se está viendo a diario sobre todo en los casos de violencia de genero.

Por cierto, señores miembros de los tribunales…léanse los informes y todas las pruebas documentales que la víctima aporte, conseguir demostrar un maltrato o un abuso sexual cuesta mucho trabajo. Es de sentido común que cuando el maltratador ejerce la violencia contra su mujer y sus hijos, no lo hace en un lugar público, suele ser en la intimidad del hogar por lo que es muy difícil que existan testigos del delito…son maltratadores y escoria de la sociedad, pero no son tontos.

Un juicio siempre nos pone nerviosos, aunque la razón nos asista, aunque todo esté muy claro y aunque nuestro abogado nos diga que el caso esta ganado, pero todos sabemos que no ocurre así, y sí, podemos recurrir, pero hay que gastarse mucho dinero si optamos a todos los recursos que están a nuestro alcance y no todo el mundo puede estar tirando de cartera, por lo que más de la mitad de las causas se abandonan por falta de recursos, no de la razón…..es muy triste pero así es.

Contemos con que el tribunal no se encuentre cabreado por llevar retraso, por volver a ver un caso que ellos consideren “resuelto”, por cansancio o porque tienen prisa en salir…y no, no me lo invento, de hecho,  todos hemos pasado por estos condicionantes en nuestro trabajo, luego depende de la profesionalidad de cada persona para que ello pueda afectar al resultado de tu trabajo o no…..yo esto lo he vivido de primera mano cuando en un juicio contra la Seguridad Social y con toda la documentación donde se probaba que los motivos de mi demanda eran reales y que había habido un verdadero abuso por parte de la SS, una vista que yo consideraba ganada antes de celebrarse, tan absurdos eran los motivos de una desestimación, que ni siquiera me plantee que pudiera pasar., pues bien….la perdí y aun no sé por qué motivo. La defensa actuó nefastamente pero lo del tribunal fue de película de ciencia ficción…un fiscal que hablaba con el cuello de su camisa y al que nadie llamo la atención para que levantara un poco el tono de voz, unos abogados de la otra parte  que hablaban tan deprisa que no se les entendía nada y una juez enfadadísima por las dos horas y media de retraso con las que íbamos y que se pasó la vista entera leyendo y escribiendo mensajes en su móvil… era casi “kafkiano”, yo me marche de allí sabiendo que el juicio estaba perdido y no sé qué me enfurecía más, si la pasividad de mi abogada, las prisas de los abogados contrarios o la mala educación y la prepotencia de una juez a la que, aparentemente, le importaba un bledo los motivos que yo había tenido para llegar hasta allí.

Este caso es un ejemplo y lo único que se reclamaba era dinero, una causa importante para mí pero que al fin de cuentas el dinero solo es eso…dinero; aunque mi sentimiento de haber sido robada y menospreciada fue muy fuerte y un golpe muy duro para mi sentido de la justicia, pero ¿qué pasa cuando el problema que se plantea en la sala es de otra índole? ¿Qué pasa cuando lo que allí se está juzgando es el maltrato físico y psíquico de una persona? ¿Cuándo la seguridad de unos niños depende de lo que el juez opine sobre el tema o de lo cansado que esté para atender lo que pasa en la sala? Esas decisiones pueden alterar la vida de otros, de personas a las que se las ha indicado que lo mejor que pueden hacer es denunciar y que después de vencer sus miedos lo hacen, encontrándose entonces que la justicia no es tal y que con su acto han activado de una forma más contundente las agresiones y el peligro que corren tanto ella como sus hijos, ¿Cómo se puede soportar que siendo víctima la justicia te convierta en acusado?

Todos los días me encuentro con noticias en las que los fallos judiciales han sido un verdadero atentado contra la libertad de las personas, jueces con prejuicios que se reflejan en sus decisiones, jueces en los que su opinión personal pesa más que la razón, cierto es que las leyes que tenemos no ayudan en nada, de hecho aún existen leyes proclamadas en el siglo XIX y que siguen vigentes en la actualidad, urge una reforma del código penal con la mayor premura posible, pero eso no es óbice para que un juez no cumpla con la obligación de ser imparcial ante las decisiones que toma.

Hay casos sangrantes, pero los peores son en los que la justicia no toma bajo su protección a víctimas de maltrato, tanto físico como psíquico, mujeres que después de haber sufrido lo inimaginable y siguiendo los consejos que los medios informativos no dejan de repetir, se deciden a denunciar como último recurso para librarse de su maltratador aun sabiendo que esa denuncia les puede costar hasta la vida, mujeres que sin haberse librado del calvario en el que se ha convertido su vida, comienza con otro peor que es el de arrastrarse por los tribunales esperando una justicia que no llega o que, desgraciadamente, llega demasiado tarde.

Estas mujeres suelen arrastrar un historial de violencia por parte de su pareja que normalmente suele ser un señor muy simpático hacia el exterior, pero que en el interior de su hogar se convierte en un monstruo que a base de golpes, insultos y cosas peores, se desfogan de la frustración que su propia vida les produce, se sienten muy “hombres” desatando un clima de terror sobre su pareja y los hijos, porque el maltrato también influye de una manera notable sobre los hijos que viven horrorizados y en silencio para que “papa” no se enfade con ellos, niños que no tienen infancia, que se convierten en adultos con el recuerdo de una niñez repleta de gritos y golpes.

La mujer sufre doblemente su maltrato, la primera sobre su propia persona y la segunda porque intenta proteger a sus hijos de las iras de su progenitor, porque el maltratador no es un enfermo (pobrecito), es una persona que sabe perfectamente distinguir entre el bien y el mal, pero justifica su patética vida imponiendo dentro de su casa quien manda allí.

Son hombres con un complejo de inferioridad superior a lo que pueden soportar y que se crecen con el poder que tienen sobre sus mujeres, son manipuladores que agreden a su pareja para sentirse bien y que la mayoría de las veces lo consiguen porque son capaces de cualquier cosa para mantener su poder sobre ella, son calculadores y fríos, capaces de asesinar a sus hijos con tal de hacer daño a la madre como ya hemos visto en más ocasiones de las que nos hubiera gustado, y cuando estas mujeres, con mucho esfuerzo y más miedo aún se deciden a denunciar, se encuentran con jueces que todavía piensan que la mujer es una posesión del marido, que ni las atiende ni las ayuda, es más, basado en la bendita “presunción de inocencia”, les conceden a los verdugos la posibilidad de seguir maltratando a sus parejas, normalmente con más crueldad que antes, porque la rabia que les produce que hayan acudido a la justicia les parece una falta gravísima a su autoridad y actúan con más saña, si eso es posible, sobre ellas

No tenemos más que acudir a los periódicos y contar el número de mujeres asesinadas por su pareja en lo que va de año, según los últimos datos consultados, son 40 mujeres y aún no ha terminado el año, cuando lleguemos a diciembre esta cifra habrá aumentado y lo alarmante del caso es que los feminicidios van en aumento, cada año supera al anterior, y es que, realmente, el asesinar a la pareja o a los hijos, sale muy barato en este país. Las penas no corresponden al acto delictivo, eso si existe alguna condena porque la mayoría de los casos que llegan al juzgado son sobreseídos y por supuesto, olvidados

Y cuando el maltrato llega a un punto de no retorno, cuando el maltratador termina asesinando a sus víctimas, la sociedad entera se echa las manos a la cabeza y lamenta lo ocurrido, se manifiesta en la calle, se decretan los días de luto correspondientes y a otra cosa…., no quiero decir con esto que no exista un sentimiento de dolor y de rabia, de hecho, la gente cada vez está más indignada y sensible, pero quien tiene el poder de cambiar esta situación, después de hacerse la foto con caras de circunstancias, continua con su vida sin pensar en esa otra vida rota, que, de haber hecho caso de su llamada de auxilio en su momento, deteniendo y condenando al maltratador, podría seguir adelante sin miedos ni angustia.

Los jueces no están preparados para juzgar casos de violencia de género, incluso “los especializados” son llamados así porque han hecho un pequeño curso de 50 horas lectivas repartidas en 16 horas de teoría «online» y 10 días de prácticas en órganos judiciales, salvo en los Juzgados de violencia de género, que son ocho días más dos de visita a recursos asistenciales y “casas de acogida.”, cualquier curso de especialización en materias menos trascendentales ocupa más tiempo de duración que este,  la violencia de género solo es formación obligatoria para jueces y magistrados de órganos especializados en esa materia (Juzgados de la Violencia sobre la Mujer, El resto de la Carrera judicial cuenta con actividades formativas ofertadas en el Plan Estatal de Formación Continua, pero sin obligación, así mismo, el acoso sexual esta tratado de refilón en un curso no obligatorio  ¿Es suficiente esta formación para que los jueces sepan tratar debidamente estos casos….?, en mi opinión…no y ante los resultados me confirmo en ello.

Cuando, por las características del caso, se llega al juzgado de familia, y esto es una verdadera aberración, la victima tiene que estar viendo la cara de su maltratador, porque la labor de estos juzgados es intentar un concierto entre las partes que permita restaurar la vida familiar, todo muy bonito salvo en el detalle de que el maltratador va a seguir ejerciendo su violencia en casa igual que lo hacía antes, porque estas personas no cambian porque alguien les diga que lo que hacen está mal, repito, no son enfermos, saben perfectamente lo que hacen y el porqué lo hacen ,¡¡ se sienten tan bien sometiendo a su familia!!….

El interés que un gran número de jueces tiene en enfrentarse a estos casos en sus juzgados, viene demostrado por el hecho de que, en su momento, cuando la violencia de genero empezó a denunciarse, que no a aparecer, elevaron una queja al constitucional para quitarse el marrón de encima, cosa que no lograron, digo yo que un juez debe enfrentarse a los casos que se le designan sin que tengan la opción de que les apetezca más o menos, volvemos a la imparcialidad que deben poseer al juzgar.

Las pocas ganas de parte de ese colectivo unido a la falta de formación y la despreocupación de la administración por no resolver este conflicto, da lugar a las actuaciones judiciales que todos conocemos e irremediablemente, a sus tristes consecuencias.

Insisto de nuevo en que hay jueces y fiscales que anteponen sus propias ideas a actuar objetivamente, y no lo digo yo, lo dicen ellos mismos cuando son pillados en algún comentario “desafortunado” y que se filtra sin que ellos se den cuenta.

Ahora mismo tenemos el caso de la mujer maltratada por su pareja, a la que ponen de vuelta y media cuando la vista acaba y se quedan solos en la sala, los calificativos más cariñosos que le dedican son de “bicho” o “hija de puta”, se ríen de los accesos de angustia y ansiedad de esta mujer, tan fuertes que ha necesitado asistencia médica, y los informes del hospital no dicen nada de fingimientos e histeria, sino de verdaderos accesos de pánico, motivados por algo tan trivial como es que, el juzgado haya retirado la orden de alejamiento impuesta a su pareja, por último  se refocilan pensando en la cara que va a poner esta mujer cuando tenga que entregar a sus hijos al maltratador por orden judicial.

Mal esta que haya personas que se rían de algo tan grave y tan serio como es el maltrato, pero que encima lo hagan el juez y la fiscal que están juzgando este caso, es totalmente inmoral, alegan que es una conversación privada y como solución se retiran de este proceso y ya está, todo solucionado… ¿de verdad que con esta medida se soluciona todo??? Y la próxima víctima que caiga en sus manos…¿Qué van a hacer con ella?….seguramente tratarla igual que a la anterior, eso sí,, cuidando muchísimo que los comentarios de burla no los escuche nadie….vergonzoso….a estas personas deberían prohibirles ocupar el puesto que ocupan, juegan con vidas humanas, aunque empiezo a pensar que no alcanzan a valorar las consecuencias de sus actuaciones, carecen totalmente de empatía, no puedo dejar de pensar que ocurriría si esto que les hace tanta gracia les ocurriera a sus hijas o a sus hermanas, seguramente que dejarían caer todo el peso de la ley sobre el culpable, porque entonces sí que les importaría, claro..

Dentro  de este marco hay algo que me preocupa enormemente, si la justicia apoya al maltratador, como ocurre actualmente en la mayoría de casos, y la madre se lleva a sus hijos a donde no les pueda seguir haciendo daño, la justicia acusa a la mujer de rapto y la castiga, sobre todo no dejándola ver a sus hijos y con penas de cárcel como ocurre en el caso que comentaba al principio, pero una madre tiene el deber legal y moral de proteger a sus hijos… si obedece a la ley, también falta a ese deber dejando a sus hijos en manos de alguien que les hace daño. Mi pregunta es. ¿qué hacer en estos casos? ¿Obedecer a la ley desatendiendo su deber de protección o desobedecer a la ley y asumir sus obligaciones maternas?, sea como sea, esa mujer y sus hijos, por supuesto, quedan en una situación de indefensión total.

Hace no mucho, condenaron a una mujer porque su hija de 14 años se negaba a cumplir las visitas con el padre a las que el juez les había condenado siempre con vistas a que la relación padre/hija se mantuviera impecable…un padre maltratador, una joven de 14 años que ya tiene opinión y sabe lo que quiere y lo que no quiere en su vida…el juez ha cumplido con la ley obligando a ese menor a cumplir con el régimen de visitas, ¿y la ley moral?, ¿acaso se ha planteado por qué esa niña no quiere ver a su padre? ¿valen más los derechos de un maltratador que los de un menor? ¿no es la primera obligación de la justicia proteger al menor? Me hago esas preguntas una y otra vez y me gustaría que los señores jueces pensaran de vez en cuando en las consecuencias de sus sentencias ¿o es que tienen el poder supremo de no equivocarse nunca?,

De estos casos me he enterado por los informativos y alguien me puede decir que la información esta manipulada, el caso que relato a continuación lo conozco al detalle, lo estoy viviendo de cerca ya que está ocurriendo en un entorno próximo a mío.

Lo cuento a grandes rasgos porque es extenso y llevamos varios años luchando en los juzgados para que se haga justicia y liberen a esta pequeña del peligro de su abusador sexual, la pequeña tiene ahora cinco años, pero el abuso sexual por parte de su padre no es de ahora, sino que viene de varios años atrás.

Ya de por sí, el hecho de ser un abusador sexual es de las peores perversiones que nos podemos encontrar en una persona, pero que encima lo seas con tu propia hija llega al termino de aberrante. No solamente le hace daño físico y psíquico, sino que está mostrando ante su hija una figura del “padre” distorsionada y que va a influir durante el resto de su vida, entre otras cosas, para el desarrollo sano de su personalidad y sus valores tanto afectivos como morales, el choque entre la figura de la persona que tiene que cuidar de ella y por otra parte el comportamiento del maltratador, es un dilema en la mente de la niña, algo que ni siquiera los adultos podemos comprender, máxime cuando se trata de una menor con cinco años.

Este “señor”, llamémosle así aunque no es el tratamiento que se merece, ya de por sí, era un maltratador en toda regla con su pareja, fue denunciado por ella cuando advirtió en su hija señales inequívocas de abuso sexual…comportamientos extraños, actitudes que no correspondían con la edad de la pequeña, trazos de conversaciones con conocimientos que un niño normal no suele tener a esas edades y un sinfín de detalles que a una madre no se le escapan y más cuando no es lo habitual en un menor.

Bueno, pues desde el momento de la primera denuncia, la actitud del tribunal ha sido tan reacia a escuchar a la madre como proclive a defender “los derechos del padre a estar con su hija” para, tal y como dice en la sentencia, cuidar la relación paterno filial.

La vista fue totalmente absurda, a la madre no le dejaron presentar testigos (entre ellos a profesionales de la salud)… al padre si….dos asistentes sociales del punto de encuentro y que ni siquiera conocían a la madre más que de vista, el abogado del padre y la fiscalía utilizaron el SAP (síndrome de adoctrinamiento parental) , una artimaña que utilizan algunos abogados para proteger a su cliente y que consiste en aducir que la madre está ejerciendo sobre la menor un alienamiento para ponerle en contra del padre, procedimiento por cierto considerado por el Tribunal Superior de Justicia como poco fiable y no reconocido por la OMS, por lo que se aconseja a abogados y jueces que no lo tengan en cuenta, entre otras cosas, por no poder ser demostrado.

Ante la aceptación de este procedimiento por el tribunal , y con el testimonio de las dos “no testigos”, el juez decide quitarle la guarda y custodia de la niña a la madre y se la entregan al padre, a su abusador, dejando a la madre con visitas de un día a la semana y fines de semana alternos, tiempo a todas vistas insuficiente en una época en la que los niños, en situaciones normales necesitan a su madre mayoritariamente, más aun en este caso donde se deja a la menor totalmente desamparada, y dando libertad a su padre para hacer con ella lo que quiera.

Vamos que, una vista de divorcio con sentencia de custodia de la menor, se convierte en un juicio contra la madre, que fue, no hay que olvidar, la que hizo la denuncia.

La pequeña es una víctima total y no quiere irse con su padre, pero tiene tanto miedo de que él se enfade, que se deja llevar y traer y por supuesto no quiere hablar…tiene miedo.

Este verano durante el periodo vacacional, su madre la lleva a un gabinete psicológico especialista en casos de abuso sexual a menores y a un perito donde mediante juegos y en un ambiente distendido, la niña relata al fin todo lo que su padre le hace, donde (señalando las partes de su cuerpo) y en qué lugar de la casa, eso sí, después de tenerla que asegurar que nadie le va a decir a su papa que se ha “chivado” ella.., existe una grabación visual donde la niña hace su relato, además de un estudio gestual, todo esto hecho en un gabinete tan sumamente reconocido que algunas veces es el propio juzgado quien les encargan estudios de algún caso. En estos informes, los expertos explican todo el procedimiento y el porqué, a la vista de los detalles de la entrevista, pueden asegurar que la declaración de la niña es veraz y los hechos son reales. Por cierto, los especialistas se ofrecen a hacer una declaración jurada en los juzgados, algo que el juez aun no considera pertinente tomar en cuenta.

Se hace la oportuna denuncia y se pide urgentemente protección para la menor, pues bien, hasta ahora lo único, y esto ha pasado en Julio, que el juzgado ha hecho al respecto, ha sido denegar (hace un par de días) la petición de amparo para la pequeña y reprender a la madre por llevarla a un psicólogo sin consultar con el padre, la avisan que si sigue con esa actitud la pueden retirar las visitas con la niña e incluso dejar al padre la patria potestad al completo, … Es agotador, tener que luchar contra la injusticia de una justicia que debería proteger tanto a ella como a la niña, además, una de las muchas nefastas consecuencias de estas actuaciones judiciales es que van haciendo fuerte al maltratador, tanto como para llegar a cometer actos que, desgraciadamente, no tienen vuelta atrás…. Incluso hubo una petición de ayuda al  CGPJ, petición que se ha debido quedar en el cajón de los olvidados

Hay tantos y tantos casos similares y que no conocemos, que nos temblarían las piernas solamente de pensar en lo que se está convirtiendo esta sociedad. Por lógica y por evolución natural de la raza, tendríamos que ser más civilizados de lo que fueron nuestros antepasados, vemos películas o reportajes sobre otros tiempos, otras civilizaciones y nos horrorizamos cuando vemos lo que significaba una mujer entonces, valía menos que una pieza de ganado, se usaban para el trabajo y el placer del hombre y nos congratulamos de haber nacido en esta época sin darnos cuenta de que comparativamente, la mujer aun continua siendo considerada inferior al hombre, pensamos que somos totalmente independientes y seguimos siendo tratadas como personas de segunda categoría, cobramos menos que los hombres en igualdad de trabajo, somos cuestionadas por el solo hecho de poder ser madres, como si los padres no tuvieran la misma responsabilidad ante el nacimiento y crianza de un hijo, hemos tenido que demostrar que podemos desempeñar las mismas o mejores funciones laborales para que seamos tenidas en cuenta y aun así, con cifras que demuestran que somos mejores estudiantes y trabajadoras en general que el género masculino, los puestos de responsabilidad y altos cargos son ocupados en un porcentaje bastante más alto por hombres que por mujeres.

Pero lo que peor llevo es que, ante la audiencia, parezca que se han puesto los medios necesarios para ayudar a las víctimas que lo necesiten, que aparentemente se destinen medios e instituciones de ayuda y que cuando llega la hora de la verdad, nada de eso funcione y que solo sea un “trampantojo” que oculta la cruda realidad…que ni somos tan demócratas como queremos aparentar ni las mujeres están a salvo de caer en las manos de un maltratador

Siempre habrá un juez que pueda decir que la culpa es de ella por llevar una falda corta, que una violación no puede considerarse como tal porque la mujer no peleo lo suficiente para evitarlo, que un padre que abusa sexualmente de su hija menor, tiene derecho a estar con ella y hasta a concederle la custodia para que la relación padre-hija sea buena, dando la espalda a la madre que lo único que hizo fue pedir ayuda ante el conocimiento de estos hechos……mientras estas cosas sigan pasando, por favor, NO nos digan que la justicia es justa y vela por la salud física y psíquica de las víctimas de genero…

NO, POR FAVOR, NO NOS QUIERAN ENGAÑAR, DÉJENNOS AL MENOS QUE CONSERVEMOS LA DIGNIDAD COMO PERSONAS Y COMO MUJERES.